Somos laicas consagradas, que vivimos en el mundo según los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia: una tríada que lleva a los hombres y mujeres a ir más allá de sí mismos, a estar en el mundo, abiertos al diálogo en una actitud acogedora y responsable.
"Estar en el mundo" amándolo. Acogiéndola como es, sin juzgarla, dialogando con ella, caminando junto a ella, para reconocer, con alegría y acción de gracias, sus aspectos positivos y estar atentos a sus necesidades y razones. "Estar en el mundo" como sal evangélica, levadura y luz, sin esperar ninguna recompensa y sin ninguna arrogancia, como María. "Estar en el mundo" compartiendo el mismo pan y la misma suerte con responsabilidad y amor. "Estar en el mundo" no como conformistas, sino dentro de la historia, como extraños, caminando hacia los demás. |